MATERIALES PARA UNA CRÍTICA DEL ZOO (I)

Las visitas al zoo ( y al decir “zoo”, queremos decir todas esas formas de exhibición de animales fuera de su hábitat natural) siguen siendo actividades extraescolares a las que difícilmente renuncian los enseñantes. Actividad “lúdica” además de “educativa”, los zoos siguen vendiendo entradas a precios especiales para grupos de escolares con profesores y profesoras…

Es innegable que el zoo educa y que, a decir de un profesor, los “chavales se divierten, lo pasan bien, disfrutan…”. Pero hay que preguntar a ese profesor (¿vale la pena?) y deberíamos preguntarnos como enseñantes y educadores, qué educación proporcionan los zoos; qué aprenden los alumnos que visitan un zoo. Y, en cuanto al carácter “lúdico”, ¿qué es lo que hace que un zoo sea divertido?, ¿con qué y por qué disfrutan los visitantes de un zoo?

Naturalmente hay zoos y zoos…Eso lo saben bien los animalistas. Mientras los sectores más “radicales” del animalismo militante no quieren a los zoos, ninguna clase de zoo, ni en pintura, otros animalistas ( a los que los primeros colgaron el sambenito de “bienestaristas”) aceptan, incluso defienden ciertos tipos de zoos, llegando a participar en su gestión, convirtiéndose así en garantes de las buenas prácticas (de investigación, educación y conservación) zooprotectoras que en ellos se llevan a cabo. Son los “nuevos” zoos, los zoos “diferentes” que, para que nadie los confunda con los zoos “a la antigua”, que todos rechazan, reciben diversos nombres entre los que parece imponerse el de “Biopark”¿Puro eufemismo? ¿Es este tipo de zoo tan “nuevo” como dicen? ¿Qué tiene de “diferente”? ¿Qué tiene en común con el detestado zoo “clásico”?

Nos gustaría abrir una reflexión sobre el tema de los zoos y de su carácter didáctico.

Y para empezar, nada mejor que una visita al zoo en pos de un grupo de escolares con su profesor, con su “seño”…

Observemos a este grupo…en el zoo. Observémoslo como objetos de nuestra curiosidad. Observemos cómo observan ellos a los animales, objetos allí expuestos a su curiosidad, curiosidades por tanto[*] Intentemos (¿es ello posible?) dejar en segundo plano las condiciones de vida de esos animales, la forma en que esos objetos expuestos viven su posición de objeto. Intentemos sustituir la empatía con el animal objeto y observemos, con la mirada fría de un observador exterior, a ese grupo humano que visita un zoo para aprender y disfrutar.

Lo que sigue es un fragmento del reportaje publicado en:

http://www.elmundo.es/larevista/num194/textos/carceles1.html

Los conceptos de educación son muy diferentes en cada zoo o reserva. En La Cañada de los Pájaros, un lugar muy especial a poco más de 30 kilómetros de Sevilla, un monitor enseña pacientemente a un grupo de chicos de un colegio de Huelva todo sobre la avifauna española. El Zoo de Santillana del Mar también apuesta por la enseñanza, y en sus apretadas instalaciones son constantes las explicaciones sobre las diminutas crías de los tamarinos algodonosos o la reproducción de los inquilinos del insectario. Los chavales escuchan, preguntan y aprenden.

Los niños que visitan el Zoo de Carmona no parecen tan receptivos. Rodean a su profesora junto a la jaula del papión de Guinea y le cantan: "Señorita, ¿sabe una cosa?/ ¡Que usted también tiene el culo rosa!".

Mientras, el guía de un grupo salta al foso de los puerco espines y aparta a los adultos a patadas para que los niños puedan ver a la cría. Cuando llega el momento de enseñarles las púas pisa a uno en el lomo y le arranca dos pinchos que enseña como un trofeo.

"¡Dámelas!", grita un mocoso de apenas seis años. "No, que estás todo el rato jodiendo a los demás", le responde un profesor.

En el Zoo de Barcelona, otro centro que presume de estar a la cabeza mundial en este tipo de instalaciones, tampoco se puede hablar de una buena imagen pedagógica.

La sección dedicada a los primates es un manicomio: con los flashes de sus cámaras de fotos y los continuos golpes en los cristales, los niños, alumnos de un colegio zaragozano, han vuelto locos a los mangabeys de mejillas grises, que se lanzan contra los visitantes desde las zonas superiores de sus jaulas. Chillan los monos, aúllan los niños y los profesores sonríen ante lo que debe parecerles un divertido desbarajuste. Por los alrededores no se ve ningún monitor que pueda aportar información a los embrutecidos chavales.

La incompetencia de algunos profesores, unida a la falta de seguridad en las instalaciones, convierte a algunos zoos en lugares potencialmente peligrosos.

Un cartel del Zoo de Córdoba lo dice claramente: "Peligro. No dejar de la mano a los niños. Puede ocurrir una desgracia".

Ajenos a la advertencia, los chavales de un colegio jiennense corretean a sus anchas por el parque: unos han saltado la valla de los hipopótamos y tiran golosinas, y sus correspondientes bolsas de plástico, en las abiertas bocotas de los colosales caballos de río.

Otros pinchan con palos a los monos y les dan botellas vacías. Los dos más atrevidos se meten en el estaque que rodea la jaula de los osos y les roban los huevos a los patos. Los profesores sestean a la sombra de los árboles que rodean el bar”

INVITAMOS A TODOS A CONTAR SUS EXPERIENCIAS EN ZOOS Y A REFLEXIONAR A PARTIR DE ELLAS. NOS GUSTARÍA CONOCER ESAS EXPERIENCIAS Y ESAS REFLEXIONES. UTILIZA EL FORO, ENTRANDO POR LA PESTAÑA “UNETE”.



[*] Jacques Derrida en el Seminario sobre “El soberano y la bestia”, llamó la atención sobre esa doblez objetiva/subjetiva del término “curiosidad” y sobre la proximidad etimológica de ambos sentidos con el “curare” latino: cuidar, proteger,…

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...